Arsenio González, minero jubilado, es el trasplantado 600 de hígado. Fue intervenido el día 14 en el HUCA, donde se recupera. Permaneció en lista de espera apenas dos meses. Ahora piensa en disfrutar con la familia y en montar un invernadero.
Apenas dos meses de espera para recibir el ansiado trasplante de hígado. “Si no fuese por la generosidad de los donantes y la sanidad pública esto no sería posible”. Quien habla es Arsenio González, de 67 años, el trasplantado de hígado número 600 del Hospital Universitario Central de Asturias (HUCA). Arsenio, minero jubilado, se muestra emocionado mientras se recupera en el centro sanitario de la histórica intervención que tuvo lugar el pasado día 14 de agosto. Junto a su familia, relata, sonriendo, sus planes de futuro.
Arsenio nació en Murias (Aller), aunque vivió muchos años en Gijón. Trabajo como minero en Villablino y desde hace más de treinta años reside “a 150 metros del Santuario de la Virgen de la Cueva, en Infiesto”, explica con la voz pausada. En este lugar nació su mujer, María Ángeles, quien lo acompaña a pie de cama en el HUCA junto a familiares como su hijo Gabriel y su nuera María.
A ellos dirigió su primer deseo cuando deje atrás las puertas del HUCA: “Lo primero que haré será disfrutar con mi familia”, aseguró. Pero no es lo único que tiene en mente. “Quiero invitar al equipo de profesionales a tomar algo para agradecerles todo su apoyo. Ellos fueron quienes me animaron a tomar esta decisión y, al final, salió bien, lo han conseguido”, señaló.
“Me encuentro mucho mejor y me dicen los médicos que todo está muy bien. Tengo muchas ganas de salir ya del hospital”, comenta entre risas. Porque, además de todas las tareas que tiene apuntadas en la agenda no se olvida ni un segundo de una de sus aficiones más importantes: la huerta. “En cuanto me encuentre mejor me pondré con ella y construiré un invernadero nuevo”, afirma.
Ante el ímpetu de Arsenio y las ganas por ponerse a trabajar, Ignacio González-Pinto, el jefe de sección de Cirugía Hepatobiliopancreática del HUCA y quien dirigió la operación, pide tranquilidad. “Poco a poco se va a ir encontrando mejor pero todavía hay que esperar para hacer esfuerzos”, apunta.
Su mujer cuenta que “tenía una vida casi normal: se levantaba, se duchaba y desayunaba, ojeaba las noticias y si realizaba algún esfuerzo le daba un achuchón. Estaba en el límite del bienestar”, detalla María Ángeles. Cuando Arsenio comenzó a perder más salud, justo llegó el hígado esperado. “Siempre pensamos en donar, incluso antes de que le sucediera esto a mi marido. Desde hace unos años hay bastante más información y se conoce cómo es el proceso”.
“Está evolucionando bien”
El también catedrático de Cirugía de la Universidad de Oviedo, González-Pinto asegura que “tras nueve días trasplantado está evolucionado bien”. Sobre el esperado informe de alta hospitalaria, el especialista espera que “no le queden muchos días para recibirla pero todo depende de su evolución”.
Arsenio tiene que seguir en observación y cuando esté en casa guardar alrededor de un mes de reposo. También se realizará un seguimiento en las consultas médicas, “pero podrá llevar una vida normal. Tiene un hígado que funciona normal, puede comer casi de todo pero beber, no, porque podría afectarle”, explica el facultativo.
El HUCA realiza entorno a 40 trasplantes hepáticos cada año. El mismo día de la intervención de Arsenio, el hospital recibió dos hígados procedentes de donantes. El HUCA cedió el primero a otra comunidad autónoma que hacía poco había enviado un órgano para un paciente urgente asturiano, ya que el sistema español de trasplantes da preferencia a los agudos. Más tarde, la aparición de otro donante hepático obligó al equipo de trasplantes a volver a quirófano.
Fuente: elcomercio.es